Por Enrique Aramburu. 6
de junio de 2002,
El Euskera (en castellano: vascuence) es la lengua del País
Vasco, el elemento cultural que comparten los siete territorios que lo forman y
que se halla presente en todos ellos. Más o menos hablada, con diferencias que
varían de región en región, y hasta con dialectos muy diferentes entre sí, es
la forma en la cual se expresa el hombre vasco, por la que da concreción
material a su pensamiento. El ámbito natural de su uso fue durante mucho tiempo
el caserío,
y es dentro de sus paredes donde ha resonado durante siglos, después de haberlo
hecho en los valles del Pirineo y antes de hacerlo en las aulas universitarias
a donde lo lleva la modernización y el cultivo literario actual. Sirvió durante
muchísimo tiempo como vehículo de las costumbres, tradiciones, mitos y leyendas
del pueblo vasco y fue medio del derecho consuetudinario no codificado.
La lengua está presente en todo lo vasco y es a la vez el
principal rasgo diferenciador de los vascos de todos los otros pueblos, puesto
que es una lengua no parecida a ninguna otra del mundo. Sólo se han conseguido
hallar semejanzas tan elementales que caen, en morfología y sintaxis, dentro de
rasgos comunes al lenguaje humano en general. En semántica (es decir en la
significación de las palabras) las coincidencias se sitúan en las posibilidades
que estadísticamente tiene una determinada combinación de segmentos del continuum
sonoro de repetirse con significados aproximados. Es por eso que se le pueden
encontrar parecidos con algunas lenguas; pero esta pequeña cantidad de rasgos
comunes no puede dar pábulo a teorías tan peregrinas como las que han ido desde
declararla la lengua de Adán y Eva hasta vincularla con el japonés.
El Euskera es el rasgo que este pueblo eligió para
diferenciarse del resto: están los euskaldunak (“los que poseen
el idioma vasco”) y los erdeldunak (“que tienen idioma no
vasco”); al mismo estilo que los griegos, quienes llamaban bárbaros a los que
no hablaban griego y hacían (según ellos) "bar-bar" en vez de hablar
inteligiblemente. Otros pueblos de Europa se han definido por una
característica geográfica del país que ocupan; los holandeses por ejemplo, están
en las tierras bajas y por ello se llaman neerlander. La lengua vasca en
cambio, es lo que hace que el vasco sea vasco, distinto por ejemplo, de un
italiano, de un griego, o de un argentino o un colombiano de origen vasco; y es
lo que impide que se transforme en un español de origen vasco o en un francés
de origen vasco.
Es una lengua muy interesante por muchas razones: por su
origen desconocido, por el sistema verbal a base de auxiliares (algo que
también hace el inglés, pero que el vasco tiene muchísimo más desarrollado),
por la distribución de las personas en el discurso y como diferencia al
interlocutor, y last, but not least, el estado de cultivo literario en
que se halla, que asemeja la situación actual a la del griego en la época de
Homero.
En vasco el acento de intensidad no distingue significados;
esto quiere decir que las palabras no tienen un acento que caiga siempre en la
misma sílaba. En castellano, en cambio, todas las palabras tienen un acento
(que se grafica o no según reglas) que cae siempre en la misma sílaba. (Por
ejemplo "banco" y "bancó", los fonemas son los mismos pero
el significado es diferente por el acento).
Los principales rasgos de una caracterización lingüística
del idioma serían: primero, el ser una lengua aglutinante; en segundo lugar,
que presenta un sistema verbal muy complejo con inclusión de las personas y los
números de los complementos directo e indirecto (además del sujeto) en la
flexión verbal y finalmente, que tiene una sintaxis relativamente sencilla.
El origen del Euskera, que durante tanto tiempo atrajo la
curiosidad de tantos investigadores y lingüistas, no ha sido determinado.
Pensemos sin embargo en esto: ¿Qué sentido tendría preguntarse por el origen de
la lengua (más en el caso de haber convenido en que el hombre vasco es
originario del lugar)? Quizás para el caso de otros pueblos sirva averiguar un
origen más o menos mediato, puesto que han sido y son pueblos en movimiento;
entonces las conclusiones de la lingüística histórica nos dan a veces datos
importantes sobre sus marchas y contramarchas en la tierra y en la historia. De
todas maneras nunca se llegará a la primera palabra pronunciada por el hombre.
Tomemos el caso del alemán por ejemplo; se sabe que viene
del germánico y éste a su vez del indoeuropeo, tronco común del que derivan
todas las lenguas europeas (menos el vasco, el húngaro y el finlandés) y muchas
de Asia (las indias e iraníes, con el sánscrito como la más importante). Esto
nos aclara muchas cosas, nos dice de dónde provienen los pueblos que hablaban
esa lengua y nos sirve para establecer las relaciones entre ellos; ahora bien,
siempre queda la posibilidad de preguntarse: ¿y el indoeuropeo, de dónde viene?
Bueno -sería la respuesta- se hablaba en el lugar de origen. Y en ese estado ya
estamos con el vasco.
Lo interesante pues, es que cuando los indoeuropeos por
ejemplo, estaban en su solar primigenio, los vascos estaban ya en el que ocupan
actualmente y la lengua que hablaban se sigue hablando hoy en día (así lo
confirmarían los poquísimos documentos de que se dispone desde tiempos tan
cercanos, para la historia de una lengua, como es la época de los romanos)
cuando han desaparecido muchas otras. Sin ir más lejos, ese es el caso del
gótico que se habló en la península ibérica en los siglos V, VI y VII. Esta
diferencia con el resto de las lenguas conocidas y la pervivencia en el tiempo,
imprimen rasgos peculiares y distintivos al pueblo vasco frente a otros pueblos
que pasan o han pasado por su territorio.
El sistema verbal, calificado en otros tiempos de riqueza
única y hasta de sistema perfecto, no tiene nada de extraordinario para quien
se acerque a la lengua con la clara conciencia de que los diferentes idiomas
organizan el pensamiento en formas completamente disímiles una de otra, pero con
una lógica y una coherencia interna que los configura en sistema. Claro que esa
lógica puede discurrir por otros senderos que la nuestra.
Así como el inglés tiene algunos verbos llamados auxiliares
que no poseen significación propia, o habiéndola poseído en un estado anterior
de la lengua, sólo sirven ahora para indicar pregunta, presente o pasado,
futuro, etc. al unirse a un tema verbal, y por ello nos dan un significado; de
la misma manera el vasco tiene también, además de algunos verbos que se conjugan
como los nuestros, sin auxiliar (los llamados verbos trinkoak en
Euskera), cuatro sistemas completos de auxiliares que responden cada uno a una
clase diferente de acción.
Si los clasificamos por el auxiliar que llevan serían: los
que tienen el auxiliar naiz, o sea que poseen sólo sujeto, es
decir los equivalentes a los intransitivos nuestros. Los de auxiliar zait,
los que tienen sujeto y beneficiario de la acción que enuncia el verbo,
equivalen a nuestros verbos con objeto indirecto solamente o a los verbos con
dativo de interés del latín (dativo ético del castellano). Los de auxiliar dut,
tienen sujeto y recipiendario de la acción que equivalen a los verbos
transitivos nuestros. Finalmente los que tienen auxiliar diot,
tienen recipiendario y beneficiario de la acción además del sujeto, son
equivalentes a nuestros verbos transitivos cuando llevan objeto indirecto.
Es muy interesante que en los tres últimos sistemas, como
aparecen otras personas o cosas además del sujeto, ellas también se vean
reflejadas en la flexión; por ejemplo, si se dice ikusi dut
(“ver” + “yo a él”) esto significa “lo he visto”. Pero si alguien me ve a mí es
ikusi nau (“ver” + “él a mí”) que significa “me ha visto”.
En el sistema NOR-NORI-NORK: ekarri dizut
(“traer” + “yo a tí algo, o alguien”) es 'te lo he traído'. Pero ekarri
didazu ('traer' + 'tú a mí algo o alguien') es 'me lo has traído'.
Ahora bien, si el objeto es plural, aparece una diferencia en la flexión: ekarri
dizkizut es 'yo te he traído a tí algunos', y ekarri dizkidazu
es 'tú me has traído a mí algunos'.
Estos cuatro sistemas se ven complementados (alguno diría
complicados) por la distinción de las personas del discurso: en Euskera, como
en casi todas las lenguas se distingue el que habla (nik), a quién se habla
(zuk) y de quién se habla (hark) y sus respectivos plurales (guk, zuek y
haiek). Lo particular de la lengua vasca es el tratamiento de Hik (así
se llama en Euskera) que algunos lingüistas confundían o asimilaban a un trato
de confianza del mismo tipo que el tuteo del castellano, del francés o del
alemán (el inglés no lo tiene a nivel sintáctico y ni el latín ni el griego
tenían una diferente forma lingüística para un tratamiento de respeto y otra
para uno de confianza o familiaridad). El fenómeno que ocurre es a mi parecer
mucho más simple que hipotéticas escalas de trato: la segunda persona (hik)
llamada tratamiento de confianza, reemplaza a zuk con todo su sistema que es
diferente y manifiesta por ejemplo el sexo del interlocutor (no es lo mismo si
se le habla a un varón que a una mujer) cuando ocurre determinado hecho en la
situación de habla.
En este caso, se produce el reemplazo de la persona zu por
la persona hi (la misma, pero en sistemas diferentes) cuando quienes hablan
pertenecen al mismo nivel jerárquico en la comunidad lingüística. Este hecho,
que tiene el nombre técnico de alocutividad, se manifiesta hoy en día
generacionalmente (un padre no usa el sistema de hik para dirigirse a sus
hijos) y socialmente (una pareja que en grupo de amigos utilizaba mutuamente el
sistema de hik, pasó al de zuk al entablar una relación más profunda de
noviazgo). Vemos por estos dos ejemplos que lo que parecía asimilable a
nuestras categorías de confianza/respeto, no es tal; ocurre que al asomarnos a
otra lengua tan diferente de las nuestras nos olvidamos que, como ya se dijo
más arriba, cada idioma organiza de manera diferente la materia del
pensamiento. Por ejemplo, una lengua tan cercana al castellano como el francés
no reconoce en su expresión la diferencia entre "ser" y "estar"
(posee solamente tre, así como el inglés tiene sólo to be) que,
entre paréntesis, son dos verbos distintos también en Euskera: izan
y egon.
Esto es porque las categorías de pensamiento que manifiesta
cada lengua son diferentes y pueden coincidir o no, según haya un origen común
o simplemente porque, al ser las categorías fundamentales no muchas y al
compartir el género humano tantas características, no es extraño que las
lenguas las reflejen con más o menos diferencias. Pero pensemos que por ejemplo
para el griego, de acuerdo con el sistema aspectual de las oposiciones que se
dan en el verbo, es muy importante el hecho de si una acción está acabada de
hacer o en curso de ejecución; para el indoeuropeo, lo es más que la acción
transcurra en el sujeto o fuera de él; para el vasco, por ejemplo, que los que
intervienen en la acción del verbo sean uno o más de uno. Parecido se puede
decir del sustantivo: para el protoindoeuropeo es fundamental saber si una cosa
es animada o no; para el griego, si es uno, dos o más de dos; para el vasco si
la cosa en cuestión es determinada o indeterminada (¿podríamos hablar de
concreta o abstracta? ¿o de general o particular?).
Interesante también es que esta lengua, tan diferente de las
demás, esté actualmente en una etapa de cultivo literario que podríamos
caracterizar como de pasaje de lo oral a lo escrito y, mutatis mutandis,
estaríamos autorizados a asemejarla a cuando se asentó definitivamente uno de
los dialectos del griego al escribirse la Ilíada y la Odisea. Hay todavía
grandes manifestaciones de la literatura oral y la lengua recién comienza a
cultivarse poéticamente en gran escala en este siglo más que en los pasados.
Aunque queda muchísimo por hacer, hay todo el tiempo por delante y no se debe
olvidar que lenguas de cultura han llevado siete y ocho siglos desde los
comienzos de sus literaturas para llegar a ser lo que son; por ejemplo el
latín, el castellano, el inglés. De seguirse este ritmo, se puede llegar a lo
mismo; el problema está en la situación actual del Euskera hablado como lengua
de uso y necesaria.
Algo similar ocurrió con el griego, el cual, antes que sus
filósofos se dedicaran a pensar no contaba con una serie de vocablos surgidos
precisamente de esa actividad intelectual y que para formarse siguieron un
proceso análogo al de muchas palabras actuales del Euskera, ni más ni menos que
seguir las tendencias internas de la lengua para la creación de estructuras o
palabras.
Por Enrique Aramburu y Mikel Eskerro. 6 de junio de 2002,
Dada la procedencia geográfica de zona euskoparlante en los
siglos XVI, XVII y XVIII está fuera de discusión la existencia de euskaldunas,
es decir 'los que poseen el euskera' entre los descubridores, fundadores y
pobladores del territorio argentino. Una prueba documental de ello la
constituye el alegato de Santa Coloma durante el juicio a Martín de Alzaga
afirmando que lo había colocado como empleado a los 12 años en un comercio de
Buenos Aires y que Alzaga no sabía expresarse en castellano, haciéndolo en
vasco. Alzaga era oriundo del valle de Aramayona (Alava), lindante con Vizcaya,
en una de las zonas de Alava donde el euskera siguió hablándose.
Hablando ya de la inmigración vasca del siglo XIX, los
primeros en arribar fueron los vascos de Iparralde (`lado norte' =
vascofranceses) siendo prácticamente todos ellos euskaldunes y dándose entre
ellos las diversas formas dialectales ya que había por igual labortanos,
benabarros y zuberotarras. Hay un documento de la época rosista donde se
verifica que en una pulpería se hallaba un señor Espil, hablando "vascuence
con otros vascos..."
La llegada de vascos de Hegoalde, es decir del lado sur,
suma vascoparlantes de Vizcaya, Guipúzcoa, Navarra y Alava.
Prácticamente se hablaban entre 1850 y 1890 todos los
dialectos del euskera en la Argentina, y al hablar entre ellos se producía el
traspaso de términos de un dialecto a otro. Tomás Otaegi refiere que el
príncipe Luis Luciano Bonaparte poseía un cuaderno donde anotaba ese tipo de
léxico que se oía sobre todo en Buenos Aires y Entre Ríos.
En 1858 aparecía en diarios de Buenos Aires un aviso en
euskera para anunciar el debut artístico del poeta José María Iparragirre,
popular autor del Gernikako Arbola.
En 1877 se funda el Laurak Bat y en el periódico que
editaron hasta 1888 con ese nombre, pueden leerse poemas en euskera y letras de
las canciones de Iparraguirre. En el local de la misma sociedad era habitual,
como en otros lugares, la actuación de bersolaris.
En 1893 aparece la revista La Vasconia (que "euskeriza"
su título a partir de 1902 en La Baskonia). Desde los inicios contiene
artículos y poemas en euskera de ambos lados del Pirineo.
En 1895 se fundó el Centro Vasco-Francés, con sus estatutos
redactados en euskera y francés y en periódicos dirigidos a vascos de Iparralde
como Haritza o Eskual Herria siempre estará presente el euskera.
En 1900 se estrena en Buenos Aires una ópera, Artzai
mutilla, con música de Félix San Pelayo, letra en euskera de Pello Mari
Otaño (que vivía en ese momento en Buenos Aires). La ópera se cantó en
1927 en el Teatro Colón, oyéndose el euskera en nuestro teatro mayor.
En 1901 aparece el folleto "Len, orain eta gero",
de Daniel de Lizarralde, resumen de una conferencia suya sobre el euskera.
Lizarralde había sido un médico Vicepresidente del Laurak Bat.
En 1904 se edita en Buenos Aires la antología poética de
Otaño llamada Alkar. Otaño había dado clases de euskera en el Laurak Bat y
tomado ex menes a los alumnos de su curso en aulas de la Escuela Superior de
Comercio "Carlos Pellegrini" en 1906. Falleció en 1910 en Rosario.
En 1904 se funda el colegio Euskalechea y los fundadores
deciden encargar la enseñanza de las niñas a las siervas de Anglet y la de los
varones a la orden de los Capuchinos. Tanto las religiosas como los religiosos
instituyeron clases de euskera para sus alumnos. En este entorno, el P. Soroeta
Dima escribe en la década del veinte una Gramática para estos cursos, un libro
sobre la conjugación del verbo vasco y otro sobre un proyecto de unificación del
euskera.
En 1923 aparece la contestación de Kepa Enbeita, Eskarrik
asko, al poema de Lugones, Salutación a Enbeita.
A fines del 39, a causa de la guerra civil de España,
comienza la afluencia de una corriente inmigratoria que se afianza paso a paso
en la Argentina con su actividad. Aparece así Euzko deya con una sección en
vasco a cargo de Isaac L. Mendizábal; comienzan las clases de euskera y se
empiezan a dar distintas conferencias sobre la lengua en la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires en la década del 40.
En 1942 se funda la Editorial Ekin, de una extendida obra
cultural; entre otras cosas esta editorial edita un Diccionario (llamado
Iztegi) vasco-castellano y castellano- vasco, una cantidad de libros en vasco
entre los cuales hay una versión al euskera del Martín Fierro por el
padre Jaka Kortejarena y una traducción de Amézaga del Hamlet de Shakespeare,
además de obras de creación como Ekaitzpean, novela de José Eizaguirre, Bizi
garratza da, novela de J.A. Irazusta y demás.
El 15 de julio de 1944 se funda Euskaltzaleak, una
institución dedicada a mantener y cultivar la lengua vasca, con casi todos los
dialectos representados entre sus fundadores y que edita un quincenario en
vasco desde 1954 hasta 1956 dirigido por el P. Garriga.
En la actualidad hay de 450 a 500 alumnos en todo el país
que siguen cursos de euskera de acuerdo con los más modernos métodos de
enseñanza de lenguas y con el sistema de internados periódicos.